Michael Moore vuelve a las grandes pantallas en Europa, y lo hace con el mismo sistema antisistema de siempre, documentales agresivos o al menos clarificadores sobre alguna situación de su país, los Estados Unidos de América, y es hasta casi innecesario presentarle debido a su fama, pero siempre hay alguien que no sabe que y no ha visto, en este caso, sus anteriores películas, Bowline for Columbine y Fahrenheit 9/11.
Teniendo en cuenta pues a este ganador de Oscar, sí señor, podremos entender las intenciones mismas que pretende exponer en un metraje que esta vez versará sobre la medicina en su país. Todos nos podemos imaginar, aunque con este personaje algo se escapa siempre y nos sorprenderá, o al menos saciará nuestra cuirosidad. La calidad no suele ser demasiado alta, pero lo que cuenta y como sí. Al parecer en esta ocasión hasta hay algo de afinamiento a la hora de rodar y mostrar, aunando esto al hecho de que él mismo se ha debido de separar del protagonismo, o al menos no lo ostenta tanto en este cinta como en las anteriores.
Sacará a los brutos diciendo bruteces, a los políticos que no saben o no querían saber y a los amantes de hacerlo bien que llevan años en la oposición y saben donde hacer daño y sobre todo cuando una cámara lo muestra a tantísima gente en el mundo. En el país líder mundial es más serio, pero aquí nos reimos con las historias.