Como ya no tenemos poco rollo social en nuestro querido cine español, la Sección Oficial del Festival de San Sebastián alberga cositas como esta pequeñez recién llegadita de Palestina.
Ojalá tenga que cerrar el pico tras el visionado y postcriticar con el rabo entre las piernas (¿me entra?), pero mucho me huele ésto a pufo barato y social de mensaje facilón y, lo peor de todo, moralina barata (que a Sabina le hacían vomitar, cantaba).
Ni que decir tiene que las clases sociales de la actual Palestina van a tener su peso en esta peliculita montada a bordo de un taxi, cámara luces y conductor, ¡come on!, para que vayan subiendo todo tipo de pasajeros e historietas, colocadas aquí y allá por el guión oportunista de turno.
Me estoy quedando a gusto, lo sé, pero es que cuánto más me informo sobre lo que me espera, más me asusto. Además, si me pongo tremendista, más opciones hay de que luego me lleve una grata sorpresa... aunque sea pequeñita.
Por cerrar la precrítica con algo de información objetiva, buceo en la filmografía de Rashid Mashawari. No es un veterano, dista de, pero su filmografía ya no es corta; un cineasta estable en su país. Mal asunto que a estas alturas siga con este tipo de zarandajas moralistas y tontunas. Quiere decir que es un tipo con poquita cosa serie que contar.
Mal pinta.