Una de las cosas que más
me gusta de César debe morir, es la fidelidad a su propia premisa sencilla. Se podría haber contado algo sobre la
vida de los presos, ver algún suceso carcelario, o quizá el director de la obra
podría haber luchado por la integración de alguna oveja negra. Seguramente con
cualquiera de esos recursos manidos, llegaría cómodamente a la hora y media. Pero
los Taviani prefieren mantenerse
dentro de un formato mucho más sencillo: los presos interpretan la obra. Nada
más.
Las emociones son en este
caso tan universales: traición, culpa, ira... que en boca de estos presos-actores
se convierte en una vía de escape ideal para sus propios sentimientos. Lo vemos de
forma explícita en, al menos, dos ocasiones. Cuando el preso que interpreta a
Bruto habla de abrir el pecho y esto le impacta especialmente debido a sus
experiencias; y cuando César cambia el texto para acusar a otro de los actores.
En el primer caso, además de remarcar esta doble emoción del actor, nos
recuerda lo terapéutico que puede ser el arte. En el segundo caso, vemos un
brillante ejemplo del doble juego pues la interpretación de los actores apenas
varía a pesar de cambiar el texto, lo que deja en evidencia la vigencia del
aspecto emocional de la obra, al tiempo que nos recuerda que esta película es
algo más que Shakespeare. En el resto de los ensayos, esta dualidad se mantiene
aunque no se llegue a remarcar de forma explícita.
Ayuda mucho a esta
convergencia emocional, el gran trabajo de ambientación. Esos escenarios
carcelarios, reducidos a lo más sencillo, amparados también por un crudísimo
blanco y negro, consiguen que uno pueda visualizar a la vez la
antigua Roma y esa cárcel actual. Tanto es así, que en ocasiones se hace
necesario un general del edificio para recordarnos que esto no es sólo teatro.
La película está tan
segura de su apuesta que, como decía al principio, no necesita ningún
ingrediente adicional. Los presos desnudan su alma con algunas declamaciones
desgarradoras. La película se convierte en un gran artefacto que funciona
milagrosamente.