Coger un tema de terror, parodiarlo y rodar una gamberrada de humor negro llena de referencias al género. No es nada nuevo, y el combo Edgar Wright (director y coguionista) y Simon Pegg (protagonista y el otro coguionista) ya ha dado buenos frutos anteriormente en esta línea, con el ejemplo más claro en Zombies Party. Lo han vuelto a hacer con Bienvenidos al fin del mundo, inauguración de la Semana de terror.
Como decía, no es nada nuevo, y es
habitual -en la propia Semana de terror- ver este tipo de propuestas.
Sin embargo, suelen tener una factura muy justita y depende
completamente de los chistes básicos de la parodia. Nada más lejos
de lo que ofrece esta película. El tema fantástico tarda en
aparecer casi hasta la mitad y ni siquiera hay
anticipos, porque no los necesita. El guión es tan ingenioso y sus
diálogos tan divertidos que no necesita más. Cuando además te
ofrece el delirio fantástico es un extra delicioso. Pero es que para
colmo, la película está rodada de lujo. Si ya habíamos tenido unos
planos muy vistosos en la primera mitad, con un ritmo impecable; en
su segunda mitad descubrimos unas escenas de acción cómica
fabulosa. Ya sabíamos de lo que era capaz Edgar Wright por su
excelente trabajo en Scott Pilgrim contra el mundo, pero aquí si
cabe se supera. Su compañero, Simon Pegg, se aleja de su conocido
personaje de graciosete pringado y se echa kilos de carisma a la
espalda con un personaje que, verdaderamente es el rey.
A eso le añadimos una banda sonora con
canciones muy bien elegidas y una composición original resultona; y
la crítica a la dictadura pacífica del consumismo, el bienestar, la
globalización y la uniformización -que recuerda al Estan vivos de John Carpenter, y que está brillantemente engarzada con la historia. El resultado final es una película completísima,
a la que sería una pena clasificar en el grupo de gamberradas con
chispa.