La gran esperada del año. O por lo menos la mejor promocionada, la más hinchada. No hay nadie que ni siquiera hay oído o leído ni un ápice sobre el último trabajo del archiconocido Quentin Tarantino (Reservoir Dogs). Éste su último trabajo tiene además un plus. Su estreno se hará público en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Todo un lujo para prensa, acreditados, asiduos a este festival, cinéfilos y amigos del buen cine comercial. Se respira un ambiente distinto este año. Además, una oportunidad para las muchachas y fans más extremos. ¿Porqué? Brad Pitt. Y es que Tarantino se ha buscado el mejor de los señoritos de hollywood. El señor Pitt viene respondiendo satisfactoriamente a todo trabajo que le echen. Personalmente, es un grande. Además, es famoso. Y a Tarantino, eso, le encanta. Al fin y al cabo, éste su último trabajo es un ejemplo de la cima que culminó hace ya un tiempo. No es un invitado allá por donde pisa. Es respetado, querido y mimado por Hollywood.
Pero para nada éste va a ser su mejor trabajo. Tampoco creo que él lo considere así. En mi opinión, ha sido un capricho, un bendito capricho bien es verdad. Ha juntado a una docena de profesionales, cada uno tan distinto pero tan perfectos en la labor encomendada. Ahí un pequeño avance de lista de profesionales que van a aparecer: Brad Pitt (El curioso caso de Benjamin Button), Diane Kruger (Copyn Beethoven), Christoph Waltz (Criminal y decente),Til Schweiger (Un conejo sin orejas), Daniel Brühl (Salvador), Samuel L. Jackson (Pulp Fiction), Melanie Laurent (París), el director Eli Roth (Hostel) y hasta Mike Myers (Austin Powers). Y podríamos seguir.
Al fin y al cabo, todos quieren trabajar con él. Y él lo sabe. Los necesita, los promociona. Así ha funcionado siempre, como un imán. Es un director muy generoso en ese sentido. Siempre da minutos.
En el plano estrictamente cinematográfico, llevará los ingredientes de siempre. Burlona, violenta, antihéroes, mujeres intocables, chulos, gamberros, pistolas, nazis de risa (elemento nuevo), venganza, lenguaje subliminal, estúpidos discursos, gente normal, inmoralidad, intensidad, rigor, música de la buena, buen ritmo...
Muy generosa con el espectador que ya le conoce y espera una disparatada comedia camuflada de un traje de seriedad y cine negro. Un título más para la colección, nada que sobresalga en su trayectoria. Alcanzado el cénit, Tarantino hace pelis fruto de una borrachera de éxito con ganas de sacudir nuestras almas. No va a ofrecer nada que no sepamos ya.
Por cierto, Malditos Bastardos es la película. Imaginé que ya lo sabríais.