Me viene a la mente esa escena de
Memento en la que el protagonista busca como loco un boli con
el que apuntar el recién descubierto secreto, antes de que se le
olvide. Me pasa un poco lo mismo con esta crítica. Mejor dejar
constancia de mi opinión cuanto antes pues apenas hay nada en la
nueva entrega de Spiderman que mi memoria considere de interés como
para preservarlo. Queda claro que este reboot se debe a que Marvel
necesitaba coordinar sus divisiones de cine y cómic, en una misma
línea argumental, y quizá también estandarizar la saga como el
resto (con guiño al final para la siguiente entrega) para seguir trabajando la marca. Cuestiones
todas de industria que no atañen al espectador. No se ha buscado un
tono diferente o un planteamiento claramente distinto.
Definitivamente, la nueva entrega no aporta nada nuevo, a ningún nivel.
No aburre, que ya es algo. Respecto al
trabajo de Raimi, consigue unos personajes algo mejor dibujados, con
una personalidad menos tópica. La relación de la pareja
protagonista está llevada con algo más de sensatez, y los
secundarios son menos planos. También es un acierto Andrew
Garfield, un intérprete con mucho potencial, que se adapta a
diferentes registros sin problemas. Emma Stone no le tiene
nada que envidiar a Kirsten Dunst, ni en belleza ni en
interpretación. La mano de Webb se evidencia en el criterio más
sensato a la hora de trazar las relaciones, y de cierta chispa en
este campo, pero como era de esperar, la acción está tan dentro del
estándar de este tipo de producciones que, si no fuera porque está
suficientemente dosificada, hartaría. Las concesiones al 3D, como
siempre, horrendas.
Empiezo a tener claro que una
adaptación fiel al universo de Spiderman es poco probable que nos
reporte una película interesante. Es difícil tomársela en serio,
cuando el argumento hace aguas por todas partes. Que cada personaje
tenga un papi claramente involucrado en la trama, que chavalería de
instituto tenga acceso a las más avanzadas empresas de investigación
científica... Puedo aceptar la premisa: la transformación, pero eso
no da vía libre para que cualquier recurso fácil de guión tenga
que ser necesariamente aceptado. Mejor ni hablemos de los derroches
de espíritu americano en el Nueva York post-11S, post-crisis, todos
remando hacia delante.
Si vamos a jugar a no tomarnos demasiado en serio el guión, al menos se hace necesario un tono abiertamente cómico, como el de Los vengadores.