Crítica de la película Paprika por Iñaki Ortiz

Beiger comenta que “Paprika” es lo de siempre y tiene gran parte de razón. Se utilizan recursos y formas que se ajustan completamente a lo que estamos acostumbrados a ver, unos más que otros, en la animación japonesa.

Sin embargo creo que esta película es uno de esos ejemplos en los que se utiliza la misma materia prima que todos los demás y se consigue un producto de mayor calidad. Juega a mundos imposibles en una sugerente unión de sueño, pero en ningún momento este argumento se le va de las manos a una locura incoherente. El espectador no se siente estafado y puede seguir la sucesión de los hechos sin perder el interés a pesar de encontrarse en un universo imposible donde todo puede ocurrir. Esto para mí es un gran mérito.

A título más personal - como si no lo fuera toda la crítica – he disfrutado con ese metacine maravilloso de explicaciones de saltos de ejes y demás. Con la inclusión del detective en diferentes películas, especialmente al ritmo de esa inconmensurable banda sonora a la que ya le está faltando tiempo para estar en mis manos.

Satoshi Kon demuestra que sabe jugar con el mundo de los sueños y que sabe rodar películas, independientemente de que estén hechas en animación, con planos perfectamente elaborados para ofrecer una seriedad impecable. No me sorprendería verle rodar una película de imagen real.

En cuanto a la animación, lo de siempre en Japón: es simplemente portentosa. Apoyada en la necesaria imaginación en el mundo de los sueños, con esa mano que abre un cuerpo, o ese desfile de electrodomésticos, todo con una cuidada luz y con un acabado perfecto en texturas, rostros... todo. Esta animación sí tiene sentido.