Nadie es perfecto y Tom DiCillo desde luego no lo es, ni sus películas tampoco. Para quien no me siga, DiCillo es el autor de esta película. Hace un par de años fue parte del jurado del Zinemaldia y este año participa a concurso con una de las películas que más fácil destaca en el programa, aunque sólo sea por su protagonista el incomparable Steve Buscemi.
Como decía, este director no se caracteriza por hacer películas perfectas. No lo era “Una rubia auténtica” y muchos peros tenía su “Vivir rodando” (también con Buscemi) y sin embargo tenía algo. Tenía, ante todo, originalidad, frescura, una aparentemente ingenua imperfección que no impedía que ciertas escenas impagables se hicieran paso hacia la retina interesada del espectador.
Después de algunas películas menos interesantes de por medio, vuelve a acercarse a aquella película, cambiándole a Buscemi la cámara de cine por la cámara de fotos, pero conservando ese aire independiente. Un aire independiente ya algo trasnochado para nuestros días, pero él es tan independiente que mantiene su propia independencia. Una película personal, no apta para todos los públicos, especialmente no apta para los públicos de cine más asentado.
Steve Buscemi, que últimamente hemos visto haciendo uno de esos papeles que dan de comer en “La isla” o algo mejor en “Big Fish”, es uno de los grandes actores feuchos de nuestro tiempo, como Williem Dafoe o Paul Giamatti, y eso, quieras que no, es mucho caché. Seguramente en esta película nos mostrará sus mejores maneras.
La recomiendo a aquel cinéfilo que no use manual.