El cine con animales y no tanto de animales, siempre ha sido un buen reclamo curiosamente bien llevado a la gran pantalla, muchas veces con los más pequeños de la casa como excusa para juntar la inocencia más genial conocida por el hombre, en forma de documental las que menos, en forma de película preciosista o divertida en la mayoría de casos. Véase y sin indagar mucho, Liberad a Willy, Socios y sabuesos, El oso o la película del mismo director que esta que presento, Luc Jacquet, El viaje del emperador.
En esta ocasión como bien se ve en la carátula, el zorro parece el animal en cuestión excogido para seguir con la batalla de imágenes bonitas y entrañables en el encuentro entre los pequeños y pequeños por antonomasia. ¿Qué espero?, sinceramente una película sincera, bonita, trucada y bien trabajada para dar una sensación de certeza y realismo condiguiendo una simbiosis entre los dos protagonistas, uno con bigotes y otro en forma de niña inocente.
El mensaje del film seguro que viaja entorno a los precisamente entornos naturales, la belleza y la buena compañía de un mundo que ya los mayores puede que tengamos olvidado, pero hoy en día para los más pequeños rodeados de urbe por todas partes, pueda ser aprovechable. En vez de aventuras montados en naves espaciales y conquistas a base de mando de consola, que no me parece tampoco mal, un poco de esparcimiento de la vida natural. Porque algunos niños de hoy en día aún no han visto una vaca en persona, y este espíritu de retorno lo tiene un film cariñoso y de buena voluntad.