La opción de Géla Babluani es óptima desde todos sus prismas. La concepción de ese cine duro y negro moderno, nos transporta a la más elegante de las maneras del espionaje, la intriga y la tensión, en una película en la que no sobra nada o casi nada.
Para alabar los momentos de trasiego de balas y balas, de vueltas de tambor y sudores de locura, en medio de unas interpretaciones muy buenas, en un ambiente realmente censurado por lo oculto y la mafia más jugadora. Ha consegido agarrarnos al sillón como nunca, por medio de no contar y hacerlo lentamente, de detalles de ambiente, de preguntas sobre qué pasará que se quedan en el aire como las escenas de espera a un nuevo disparo.
La ilusión de una nueva película que justificar con honores es realmente grande. Me ha mostrado el camino para que este género de lo negro continúe de otra forma pero en forma. Una grata sorpresa con premios de propio merecimiento.