Todo producto que viene de Sundance, tiene, a priori, un gran interés para mí. Especialmente cuando, como en este caso, se trae bajo el brazo el gran premio del jurado.
Ahora la podemos ver en el festival de San Sebastián, en la sección oficial. La propia organización la vende como cine negro moderno. Que sea cine negro es seguro, que sea moderno es algo que todavía está por ver. Espero que llamarle moderno no se deba sólo al hecho de estar ambientado en la actualidad. En cualquier caso, confío al menos en que no sea lo mismo de siempre y tenga algún interés novedoso.
Y espero que lo tenga porque creo que si no, esta película se iba a quedar sin bazas. No veo, en principio, una promesa de gran factura técnica. Su director y guionista, Christopher Zalla es nuevo en ambos campos. En cualquier caso es un tipo con una biografía curiosa. Nace en Kenia, trabaja como carpintero, como pescador de salmones en el mar de Bering en Alaska, estudia cine en la universidad de Columbia y parece que con bastante éxito… En fin, un tipo con un pasado movidito que espero que le haya servido para crear un guión interesante.
Tiene importancia en la trama la inmigración mejicana, con lo que el Zinemaldia puede estar satisfecho, seguro que ha influido en la elección. Esto hace que la mayoría de los intérpretes tengan acento hispano. El chaval protagonista, Armando Hernández, está en El búfalo de la noche, la última película escrita por Guillermo Arriaga y le hemos podido ver en Fast Food Nation. A Jesús Ochoa lo hemos visto en Sólo Dios sabe o en El fuego de la venganza.
Si no fuera por el aval de Sundance (recordemos que ese premio lo han ganado películas como Primer o American Splendor), tendría bastantes reparos en confiar en que esta película sea algo más que un panfleto sobre la inmigración encubierto por una serie de escenas de persecución y violencia. De esta manera tengo menos reparos, pero alguno me queda.
Seré optimista. Y tú, estimado lector, ¿lo serás?