Cuando se intenta hacer una comedia, y se logra que no haga ni puta gracia, mal vamos. Pero peor todavía, es que la ultima parte de la película y dando un giro totalmente inesperado, te metan una moralina propia de un cuanto de hadas, que consiga hacerte llorar, y lo digo literalmente. El cabreo que me he pillado ha sido tal, que no puedo mas que castigarla con la nota mas baja.
Lo primero, ¿donde está ese Adam Sandler que resultaba deliciosamente sarcástico y divertido de otros títulos, como en Un papá genial?. Aquí no consigue mas que dar pena, sin nada de chispa en los gags. Caso aparte el rol de muñequita endeble que aporta Kate Beckinsale, tan alejadísima de ese morbazo que daba en Underworld: evolution por ejemplo, resulta ñoña e insoportable. Christopher Walken aparece para dar esa pequeña chispa de excentricidad, que queda bien en ese personaje tan ambiguo que representa, pero tampoco logra despuntar en absoluto.
Ni las patadas en los mismísimos en modo pausa, ni las tetas moviéndose a cámara lenta, ni las mas sonoras ventosidades en la jeta de alguien, todo ello producido por la utilización de un mando universal que permite a Sandler recorrer su vida a su antojo, consiguen arrancar una carcajada. Todos estos momentos son predecibles y están mas que obsoletos ya.
Esta claro, que lo mas divertido de esta cinta, debió de ser la rueda de prensa que hicieron al presentarla en el Festival de San Sebastián, porque de su contenido, nada bueno se puede sacar.