Estamos ante la secuela de una exitosísima película de gangsters, sangre y nada de miedo ante esa violencia, por qué no decirlo, ya habitual en este tipo de cine oriental. Lanzaré esta precrítica desde la sinceridad más absoluta: Soy de los que aún no se ha decidido a disfrutar de la primera y prestigiosa Election. También reconoceré que todavía no me he abierto completamente a según qué tipo de cine asiático.
Ya disfruto plenamente con algunos nombres propios de aquella cinematografía; se me ocurre ahora, por ejemplo, Wong Kar Wai. Pero como podéis comprobar es otro rollo, otro estilo. El perfil violento y flirteando con el gore de una más o menos reciente generación de realizadores chinojaponeseshongkongesesthailandesescoreanos y demás no me asusta, no es eso, pero no me atrae en absoluto.
En este contexto llega a nuestras pantallas (este cine cada vez tiene más salida internacional, y su éxito es creciente) la segunda parte de Election, que a priori aparece como un título no tan visual en sus torturas, sangrías, asesinatos. Más bien podría uno pensar que pretende ir convirtiéndose en una suerte de saga mafiosa, un Padrino de ojos rasgados y, eso sí, mucho más agresivo. Y, ojo, llega con cierto pedigrí; en los premios del Cine de Hong Kong se tuvo que contentar con un interesante puñado de nominaciones, pero la autóctona Asociación de Críticos la eligió como la mejor película de 2006.
Pero no sé... Me cuesta hacerme a ese cine sin tacto, tan pagado de su propia brusquedad y violencia. Y aquí ya no hablo únicamente de cine oriental. Recuerdo ejemplos como Sin City (es otro rollo, lo sé, pero sirva como ejemplo aproximado) que tanto ha parecido gustar a muchos, y ante la cual yo me veo incapaz de disfrutar del todo, con esa narración basada en lo tremendo y enfermada de una alarmante falta de sutileza. Ya no eligen los golpes y los momentos idóneos para darlos. Ahora nos apalizan durante dos horas.
Y eso es lo que me temo con Election 2. Pero claro, puede que Johnny To, después de todo, no vaya por ahí. Lógicamente no lo puedo adivinar. Lo que me veo venir es que, mientras en Election seguramente tuvo más cuidado para no desperdiciar sus golpes fuertes, ahora querrá llegar de manera mucho más directa a su público objetivo descansando los puños y desenfundando directamente la metralleta. Ráfaga continua.