Cinco años hemos tenido que esperar para volver a disfrutar de otro proyecto de David Fincher. Se trata de un director que con una corta filmografía se ha ganado un hueco en la Historia del Cine.
Un director joven que venía del videoclip y que le dieron la alternativa con la tercera parte de Alien, una tarea más que difícil teniendo en cuenta que sólo merece la pena la obra maestra que filmó Sir Ridley Scott.
Fue con su segunda película con la que revolucionó y se dio a conocer a nivel mundial: hablo de Se7en. Nada puedo añadir que no se haya dicho. Tras esa película llegaron The game, la magnífica El club de la lucha y la estupenda La habitación del pánico.
La película está basada en hechos reales acaecidos en San Francisco, y vuelve al género del pshyco-killer, un género que revolucionó con Se7en. Cuenta con el respaldo del libro escrito por Robert Graysmith (Autofocus) y un guionista que no ha estado muy afortunado: James Vanderbilt (Basic o El tesoro del amazonas).
En el reparto tenemos a dos actores talentosos: Robert Downey Jr. (totalmente renacido, y al que veremos como Iron Man o Lucky you) y Jake Gyllenhaal (Brokeback Mountain o Jarhead).
Junto a ellos unos secundarios sobrios como Mark Ruffalo (Collateral, All the king men o The brothers Bloom) o Brian Cox (Troya, Recortes de mi vida o Match Point).
Vamos a asistir a todo un recital de dirección, de puesta en escena y de climax, pero hay dos peros muy importantes a mi juicio:
1) Su dilatado metraje: más de dos horas y media.
2) El género. Estoy harto de ver películas sobre asesinos en serie.
Lo siento, pero la película que realmente quiero ver de David Fincher es la próxima y se llama The curious case of Benjamin Button.