No debería escribir esta crítica porque formé parte del equipo de La noche del ratón, como ayudante de dirección, y claro, hay un conflicto de intereses. Además de que el director es compañero de esta web y amigo desde siempre. No debería, no. Pero la verdad es que Precriticas no existiría si a sus fundadores nos importase lo que no deberíamos hacer, así que, ahí va esto. Tomadlo como un experimento, y así no parecerá propaganda.
La noche del ratón es el primer largo de David R. Losada. Pero, como suele suceder, antes hubo algunos cortos. Uno de los últimos, quizá el que tuvo más transcendencia, fue Enarmonía, en el que consiguió reunir a un repartazo (el fallecido Álex Angulo, Gorka Otxoa, Secun de la Rosa...). Fue un corto quizá, con más medios, y de un buen resultado. Sin embargo, yo eché algo de menos la personalidad atrevida del director en sus primeros trabajos, más humildes; quizá oculta bajo el peso de la calidad. Lo curioso es que ahora, en el complicado salto al largo, es donde he vuelto a percibir su verdadero estilo. Decisiones atrevidas, nada fáciles; planos caprichosos; y una adecuación absoluta de los medios disponibles -que no eran excesivos- al servicio de una atmósfera coherente y sólida.
Me gustan las películas que sitúan su acción en unidad de tiempo y de lugar, a partir de una cuestión sencilla y directa. Películas herederas de La noche de los muertos vivientes o de Asalto a la comisaría del distrito 13. Una premisa mínima que nos permite ver a los personajes enfrentados a la más pura supervivencia. Y así es el guión, escrito por el propio director y Rubén Ávila. Quizá, el referente que veo más cercano a esta es el de La habitación del pánico, la incursión de David Fincher en este tipo de películas de situación. Y es que noto esa oscuridad voluntaria de Fincher -me refiero oscuridad física y psicológica. Y veo alguna que otra pirueta visual, propia de aquel, pero sin desentonar dentro del conjunto. Al contrario que algunos ejemplos recientes que pretenden rizar el rizo de la unidad de tiempo y lugar, aquí no tenemos recursos tramposos para alargar la trama. Dura lo que debe durar y pasa rápido, con el ritmo que suelen tener los trabajos de David. Si tuviera que ponerle una pega, en este sentido, es que no haya llevado más al límite su propuesta, eliminando una primera parte, que por otro lado, tiene una razón de ser.
No solo es el tiempo y el lugar lo que está limitado, también el reparto, que, en gran parte descansa sobre los hombros de Unai García, actor habitual de cortos anteriores. Veo una evolución positiva con respecto a esos otros trabajos, y una capacidad de llenar él solo la pantalla, en lo que siempre suele ser una misión complicada. Con cierto estilo de actor clásico, Unai se mueve bien tanto en la cierta comicidad inicial, como en los tonos más negros de la película.
Otro de los aspectos que encuentro interesantes, es la inclusión, no crucial pero sí complementaria, de elementos de surrealismo. Desde pequeños guiños a secuencias muy oníricas. Desde elementos de guión que refuerzan el aspecto emocional de la película, hasta juegos visuales -pienso en el plano del túnel, por ejemplo- que tienen una carga visual hipnótica. La precisión de Peru Galbete en el apartado de fotografía, es esencial. Veo rasgos que podríamos comparar con Denis Villeneuve o Jonathan Glazer. Intuyo que estos aspectos pueden crear reacciones encontradas entre el público. En lo que sí creo que habrá un consenso general, es en el apartado de la banda sonora de Óscar Ávila, que acentúa con inteligencia la tensión desde el principio.
La noche del ratón es un thriller psicológico, en el que el peso emocional de los personajes está por encima de sus acciones, y donde prima la pesadilla y la desesperación por encima de la acción. Es una ópera prima fuerte, a cara descubierta. Sin demasiadas aristas, aunque no le habría venido mal un presupuesto mayor, pero que saca chispas a sus recursos. Una obra compacta y que entretiene sin ser nada complaciente con el espectador.
Eso sí, mejor que la veáis porque yo no debería escribir esta crítica.