Que nadie se lleve a engaño. El espectador se está acostumbrando a que cuando ve a Keira Knightley vestida de época en un cartel la película responda al perfil de interesante adaptación de alguna novela de poso romántico y ambientación histórica. Orgullo y prejuicio y Expiación son los dos títulos que nos vienen primeramente a la cabeza.
Seda respeta varias de las premisas: es una novela, de temática romanticona, y con ambientación histórica. Pero lo de adaptación entretenida (el punto más importante de todos) es precisamente lo que pongo en entredicho. Dirige y escribe François Girard, un tipo sensible que ya realizó la (relativamente) exitosa El violín rojo, así como varios trabajos musicales sobre diversas figuras como Yo-Yo Ma o el mismísimo J.S. Bach. Un tipo sensible, repito, pero no brillante. Un cumplidor de gusto exquisito. Alguien, en definitiva, del que no espero que ensalce a un primer nivel el texto de un escritor de primera hornada, surgido para funcionar en las listas de ventas pero no para maravillar por su exquisitez, precisamente: Alessandro Baricco.
Está en cualquier caso Keira Knightley, que siempre es una delicia. Esta chica está demostrando un interesantísimo grado de inteligencia a la hora de alternar elecciones que la mantengan en la cresta de la ola, cara al gran público (ahí están los Piratas del Caribe) con trabajos que vayan acrecentando su status como actriz muy capaz (la citada Expiación es el ejemplo reciente más válido). Ella de por sí puede valer para mantener un cierto magnetismo en la pantalla. Seguramente será la mejor valedora de la película.
Por lo demás, tampoco el resto del reparto me aporta demasiadas garantías. Ni Michael Pitt (Soñadores), por poco sólido, ni el gran Alfred Molina, porque tendrá un rol de poco peso, ni los intérpretes orientales -simplemente por desconocimiento.
Al final, Seda funcionará en taquilla porque el público se dejará llevar por el recuerdo de Expiación u Orgullo y prejuicio, pero no tendrá nada que ver. El resultado será más pobre.