Crítica de la película La vida de Pi por Iñaki Ortiz

No es una estúpida fábula espiritual


2/5
29/11/2012

Crítica de La vida de Pi
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película La vida de Pi no es una fábula. No es un conjunto de tópicos de simbología religiosa. No simplifica al máximo cada complejidad del mundo real a una simple verdad vital. No es un pastiche de Coelho. No es una galletita de la fortuna. No es un tratado politeísta tontorrón. No es nada de eso. El problema es que esto no lo sabemos hasta los últimos cinco minutos. Hasta entonces no sabemos que lo que parece ser el estilo es en realidad el contenido. Y como no lo sabemos hasta ese momento, tenemos que sufrir un extensísimo metraje repleto de esos tópicos, espiritualidad de mercadillo y proverbios casposos. No lo es, y sí lo es. Sería como preguntarse si Keyser Söze es cojo o no lo es. Aunque el giro final revaloriza todo lo que hemos visto hasta entonces, al menos en cuanto a contenido, no deja de ser una obra que sólo se salva en el último minuto. Y, por cierto, cae de nuevo cunado menosprecia de forma insultante la inteligencia del espectador explicando su juego en voz alta.

Esa explicación final, es el broche perfecto para confirmar que estamos ante un producto diseñado para maximizar espectadores satisfechos -el sueño de cualquier productor. Por otra parte, tampoco se quiere molestar a nadie: hay que dejar bien claro que no se habla de una religión en concreto, sino de del concepto general. Cualquier atisbo de espiritualidad debe ser apretujado en el personaje principal, que de tanto aglutinar queda más bien vacío. Vegetariano, absurdamente politeísta, sobrecogedoramente ingenuo y espiritual, animalista y lo que haga falta. Y como es una fábula, o mejor dicho, como contiene una fábula, no hay problema en que cada una de sus acciones rebose irritante estupidez.

Pero vayamos ya a lo bueno: Ang Lee vuelve a conseguir delicias visuales. Por un lado, de puro espectáculo, como es el caso del naufragio, con planos impresionantes. Por otra parte, imágenes bellísimas, composiciones imposibles, colores de fantasía, soluciones realmente imaginativas. Sólo por eso, ya vale la pena acercarse a una buena sala de cine y disfrutar de un espectáculo puramente visual. Eso sí, repito: puramente visual. La grandilocuencia de las imágenes no está al servicio de nada. Apenas hay emociones asociadas. No hay verdadera tensión en el naufragio, ni drama. Tan sólo belleza anestésica, pero belleza al fin y al cabo.



Google+

comments powered by Disqus




Más críticas de La vida de Pi

Ver la precrítica
Desarrollado por Dinamo Webs
Creative Commons
Publicado bajo licencia
de Creative Commons