Tengo la sensación, casi la certeza, de que muchos (incluso los más fieles de entre los no pocos fans de Wes Anderson) perciben esta película como un título menor en la filmografía del director de Los Tenenbaums. Así que aprovecharé esta precrítica para revelarme contra esta idea.
Para empezar, a estas alturas sería estúpido pretender o querer creer que aunque Anderson hiciese una película sobre alienígenas o superhéroes o búlgaros en paro o en animación 3D fuese a perder sus señas de identidad, ni temáticas ni estéticas. Quien vaya a ver Fantastic Mr Fox debe tener bien claro que la película, por mucho que de repente se haya atrevido a pasarse a la animación, va a ser tan personal como todas las demás.
Una prueba de que Anderson no está haciendo animación al uso es que ha decidido que, para lo que quiere contar, la técnica más adecuada es la stop motion, esa suerte de magia ancestral que se basa en la sucesión de fotografías (traducidas en fotogramas) de los personajes simulando su movimiento milímetro a milímetro para, secuenciadas, ofrecernos esa exquisita sensación de vestusta movilidad. Es más, si no me equivoco parece que Anderson ha querido incluso recuperar todo lo posible esa sensación de movimiento fragmentado, roto, de cine viejo pero revestido con sus tan conocidos colores, sus milimétricos encuadres, su estilo en definitiva.
Los nombres propios que en la versión original firman en el reparto cediendo su voz al animalario protagonista son de altura, pero era de esperar que los habituales de Anderson le apoyaran también esta vez, con nuevas incorporaciones muy interesantes, como el protagónico George Clooney.
Creo que la animación, el partir de un texto ajeno que Anderson habrá maleado a su antojo y el material y proyecto en general habrán permitido al realizador norteamericano a ir un pasito más allá, a lograr una película que dialogue con arrogancia y éxito con el resto de títulos de su filmografía.
Yo apuesto por una película importante. Espero no equivocarme.