Mi nombre es Khan no ha gustado a nadie, en el Festival de Berlín no tuvo buena acogida, y en general, quien la ha tenido entre sus manos la ha rechazado, pero además, con graves acusaciones feas teniendo en cuenta que es cine comercial. Un especie de Bollywood transformado y adaptado para Hollywood pero sin entretener, un delito que no se puede dejar pasar sin condena.
El pecado está al parecer en ser pedante, bondadosa, infantil y hasta tontorrona, y así claro está, no se puede triunfar si encima vienes de fuera. Al final, parece que simplemente no triunfas con cine de venta de entradas sino eres de la industria propia del método, es decir, si no ofreces los clichés, chistes fáciles y situaciones repetitivas de siempre del cine autóctono de siempre, y el público ya mal acostumbrado te niega. Me imagino al guionista frotándose las manos dándoles lo mismo a los mismos, pensando en las arcas y no tanto en la sensatez. Slumdog millionaire ha abierto puertas, pero no de par en par, aunque esto anime a muchos a comercializarse de la misma manera.
Es mala, pero igual de mala que muchas, la diferencia es su pertenencia, que allí encantará estoy seguro, que aquí para nada, también, un juego complicado que en el videoclub puede que tenga más oportunidades.