Al final, cuando uno tiene que sentarse ante la gran pantalla, invirtiendo pasta en lo que se refiere a palomitas o entrada, según la oferta de atracción de turno, uno acaba eligiendo valores seguros si al menos puede ir solo y no se trata de agradar a nadie. Jaume Balagueró es uno de esos valores seguros. Su cine es muy profesional, de calidad técnica y encima de género depurado y mejorado, creando disciplina en un espectador que agradece el buen nivel de todos sus proyectos, incluso en aquellos condenados a la recaudación para sobrevivir.
Teniendo un director de referencia como éste, es una gozada atreverse a acercarse al cine de terror, de intriga, de miedo, de suspense. Esta película parece ser sobre todo incentivadora de nuestros propios miedos e instala a la imaginación entre los seguidores del metraje, con un Luis Tosar como protagonista, siempre tan cercano y a la vez lejano cuando hace de malo. A recordar Celda 211.
Historia pelín claustrofóbica, puede que descorazonadora, cuidada y bonita pero a la vez inquietante y duradera en la memoria colectiva y chirriante. Lo más normal es por tanto disfrutar de ella, disfrutar como lo hicimos con Los sin nombre, Darkness, Frágiles, Para entrar a vivir o REC y REC2.