28 días después fue todo un refresco para el cine de zombies (que aunque no eran zombies, ese es sin duda el género). Era una película directa, trepidante y muy eficaz. Claro que esto se debe a la colaboración entre el guionista Alex Garland y el director Danny Boyle. Ninguno de los dos repetirá en esta secuela pues han decidido dedicarse a otros proyectos como la impecable Sunshine que ahora tenemos en cartelera.
El testigo lo recoge Juan Carlos Fresnadillo, un joven director canario que hace poco dio el golpe con la original Intacto. Una apuesta arriesgada aunque muy interesante.
De 28 días pasamos a 28 semanas, del momento de la reciente implantación del caos pasamos a un tiempo de estabilidad, por llamarlo de alguna manera. Me preocupa que el efecto dramático sea mucho menos aprovechable.
Hay que destacar la presencia de Robert Carlyle en esta secuela que ha prescindido de Cillian Murphy y del resto de los protagonistas. Carlyle, aunque ha sido todo un icono del cine británico en la época de Full Monty, últimamente se deja caer por telefilms o en películas tan bajas como Eragon.
Preveo un descenso inevitable de la calidad por el cambio de equipo y por la prolongación innecesaria de una historia que no da para más.
Habrá muchas más escenas de acción, vísceras, violencia, pero se perderá la esencia de supervivencia y de suspense. Más espectáculo y menos guión. En definitiva, aprovechar el tirón de la primera parte a modo de anzuelo para que pique el público. El primero en picar: yo. Esperemos que como espectáculo valga la pena.