Es inevitable relacionar este WALK THE LINE con RAY. Es que suena exactamente a lo mismo. Biopic flojete de una estrella de la música ligera con protagonista erigido prácticamente en un calco mimético de la figura original, lo cual le lleva a atiborrarse de premios... e inexplicablemente, a la película a atiborrarse de nominaciones.
En este caso quien anda detrás es James Mangold, del que, si no me equivoco, recuerdo (estrictamente bajo su batuta) los títulos COPLAND (bien, bastante bien; no es una maravilla pero tenía ritmo, tenía pulso, tenía intención) y INOCENCIA INTERRUMPIDA (una tontería con una Winona Ryder bellísima; pero una tontería). No es ningún genio. Salvo sorpresa no contemplada en el contrato, lo suyo es que Mangold, como mucho, llegue al nivel de COPLAND (que ni tan mal), narrando con paso firme una historia que, por lo demás, tampoco me produce un especial interés.
El resto nos lo conocemos. Joaquim Phoenix, que no es manco, se habrá currado lo suyo, los gestos, los andares, hasta convertirse en un calco de Johnny Cash, a sabiendas de que, de conseguirlo, eso le vale medio Óscar. El otro medio lo veremos en la gala; depende de la Academia. Nada más.
Y la historieta de la secundaria que se lo curra y empieza a crecer en las quinielas (Reese Witherspoon) tampoco es nueva. Otra historia muchas veces contada.
Pero detrás de estas constantes (ya digo, RAY 2) preveo un devenir de secuncias y de años en la vida del protagonista bastante flojo, sin mayor interés, sin eso que tanto jaleaba José Luis Moreno: garra, fuerza.
Y yo necesito una garra que me coja del hombro y me lleve al cine. Si no la hay, complicado...