Esta superproducción dejada en manos de Kenneth Branagh, sí, el mismo de Shakespeare por un tubo y hasta el infinito (recientemente saliendo de los libros del escritor con La huella), no me llama pero nada y nada y nada. El megamazo y su ultrapotencia, Natalie Portman (Cisne negro) de nuevo hasta en la sopa, y la inconfundible capacidad digital para lograr endiabladas composiciones espectaculares que me aburren, no me llaman en absoluto, pero es que nada.
Pero si me centro y trato de encontrar si será una buena película, es posible que diga que no, que se va a tratar de dar carnaza a los humanos, olvidando pero sí utilizando, al mítico reino de Asgard y lo que envuelve tanto el cómic original como las historias originales de la mitología nórdica. Creo que la perfección de la visualización de sus días puede que juegue en contra, o no sería mejor poseer esa especie de capacidad de mostrar con realismo y ambientación extrema como hiciera ya El Señor de los Anillos.
El problema puede que sea que el que quiera ver a Thor, lo va a ver en un tono medio sin armadura mucho tiempo, y el que quiera ver una peli de acción se va a comer una de moralla para cuatro escenas enormemente explosivas. ¿Quién quiere esto?, yo no. La taquillada va a ser espectacular, porque aquellos que no saben qué ver elegirán su trailer en la televisión como destino, aquellos amantes del personaje no se la van a perder, y los curiosos elegirán probar a ver.
Chris Hemsworth (Una escapada perfecta) en el papel de protagonista y a Anthony Hopkins recientemente en El rito como Odín deberían de sostenerme en pantalla pero ¿en qué momento no soportaré más asistir a sus minutos? ¿dentro de unos meses me encontraré con más ganas? No lo creo, porque este film como comento no me apetece nada.