Woody Allen, ese autor del siglo XX, bla, bla, bla. De sobra es conocido como para que invierta un párrafo en describirlo.
Yendo al grano. Woody Allen no me tiene muy contento en la última década, en la que me gustó mucho con su Match Point, me agotó a carcajadas con Un final Made in Hollywood, y me ha defraudado con películas como Granujas de medio pelo, Todo lo demás, Melinda y Melinda o Scoop. Su El sueño de Casandra ni me llevó al cine a verla.
Más miedo me da también el uso de tópicos que ha podido hacer Woody Allen con el macho de Javier Bardem y la españolona Penélope Cruz y la siempre sensual Scarlett Johansson. Aunque mucho me temo que el personaje de Rebeca Hall será mucho más atractivo. Sí, sí, ya lo sé, es Woody. Pero es que esta película me parece que ha nacido como propaganda de la Ciudad Condal (que nada tengo en contra de ello) y con un guión un tanto mecánico que se le haya ocurrido al bueno de Allen para rendir pleitesía a ese país que tanto lo adora.
Eso sí, ni se os ocurra ir a verla en versión doblada.
Woody, tengo ganas de que me quites la razón.