Definir "The Company" es sencillo: aquella obra cinematográfica que, sin decantarse abiertamente por el documental, insulta a los espectadores en su intento de hacer una película. Porque la película es hueca, y está vacía, y no quiere contar N A D A. Son números de ballet perfectamente dirigidos e interpretados con amagos de guión en los intermedios. Peor que amagos, una retahila de diálogos surrealistas, lamentables y cómicos que llevan a la más absoluta desesperación de encontrarte en una sala de cine y ver que la trama no despierta ningún interés, porque tampoco quiere crearlo, porque tampoco a uno le queda claro dentro de la película cuál será el climax y cuándo se llegará al final.
Como se preveía, la buena de Neve baila como los ángeles (o al menos eso parece a la luz de un ignorante en la materia); pero sigue en sus trece en cuanto a actuación se refiere: dos tipos de sonrisa y un tipo de mirada de mosquita muerta. Claro que aquí, ¿qué más se puede pedir, teniendo en cuenta que no existe personaje que interpretar más alla de las bambalinas? Y de Malcolm MacDowell sólo me gustaría comentar que ha tocado fondo, con la película con la que supuestamente iba a resucitar.
Mucho más diría y comentaría clavando el cuchillo hasta las entretelas, pero creo que lo dejaré aquí. Me quedo con la idea de un Robert Altman que a estas alturas de carrera lo que quiere es continuar experimentando, y con esto del ballet tuvo su oportunidad (desde luego, las escenas de baile son lo mejor de esto). Mucho me temo que a Neve Campbell se le van terminando las oportunidades de demostrar algo. Una verdadera lástima.
Y, para terminar, me permito transcribir uno de los diálogos esparcidos por la cinta.
- Es una parodia.
- Es un poco tonta.
- Sí, no pretende ser otra cosa.