Llega la segunda parte de Johnny English, uno de esos estrenos que en verano en Punto Radio señalé como a evitar. La gracia del asunto, y no van con segundas, está en que su artífice principal, Rowan Atkinson (aka Mr. Bean) ha estado por Madrid estos días, haciendo alguna que otra broma sobre si la gente sigue yendo a los cines y demás. El caso es que si los cines llenan su cartelera con propuestas tan trasnochadas como ésta, difícil lo tienen la verdad, tanto los cines como los espectadores.
No sé, a estas alturas pretender hacer una especie de James Bond gracioso cuando ya hemos tenido la ocasión de ver Casino Royale, la de 1967, cuando la propia saga de Bond se ha autoparodiado bastante o cuando tenemos productos con parodias tan interesantes como Austin Powers o la propia Los increíbles, pues son ganas de querer estar cuando ya no se puede. No dudo que esta película tendrá sus dos o tres gags graciosos que los verá aquél que guste de ver trailers, pero desde luego no darán para rentabilizar la entrada de cine.
Es probable que esta película tenga su tirón en Reino Unido y que para el standard y costumbre de dicho humor funcione, pero teniendo aquí nuestro Torrente, creo que el cupo está ya más que ganado. El Sr. Atkinson, que tantísimos buenos momentos me ha dado con Mr. Bean debería tomar nota de tantos otros humoristas y reconocer que aunque la risa no entiende de tiempos y de épocas históricas, el humor es caduco.
Una pérdida de tiempo y de dinero.