Se puede decir que he salido satisfecho. La película no se regodea (no es “El pianista”), tiene una cierta tendencia a mostrar lo terrible desde un punto de vista casi hasta positivo. Unas historias amenas, interesantes, y de fondo la terrible tragedia, que todos podemos ver y comprender y sufrir porque somos seres pensantes que no necesitamos que nos señalen con un foco el punto clave. En contrapartida el final innecesariamente dramático (pues nos coloca una situación muy dramática sobre otra que ya lo era de sobra, es adicional, por si fuera poco ver a los niños desactivando minas).
Otro de los aspectos oscuros quizá es el comienzo excesivamente explicativo, mucha frase para que todos entendamos en poco tiempo los conceptos básicos. El tema de las profecías es algo chocante dentro de ese estilo realista y poco dado al misticismo, pero tiene su gracia.
En definitiva, es una película amena, bien llevada, que se ve a gusto aun tratando el tema que trata. Es una forma de acercarse al tema sin recibir golpes que te alejen de la película (a excepción del último). Y, por supuesto, es carne de concha. Unos niños, sin duda de la calle, guión fresco con sonrisa, crítica social, y dramatismo final. Como guinda la buena fotografía, una concha segura.