El secreto de sus ojos ha resultado ser una de las películas más interesantes de la sección oficial
del festival de San Sebastián. No es rompedora pero respira cine por los cuatro
costados. Muestra saber hacer, el de
su autor, Juan José Campanella, y el
del reparto. Una historia de género contada en pasado, con un trabajo abierto,
una herida sin cerrar, al estilo de la interesantísima Memories of Murder, especialmente por la capacidad de evitar un
guión púramente funcional. Esto no es sólo cine policiaco. Campanella rellena de historias, de personajes, y lo hace
tan bien que difícilmente podemos tildarlo de relleno. No es más importante el
crimen que el amor perdido, donde como era de esperar, el director se
desenvuelve con deliciosa finura.
Aquí está el mayor logro de la película, la redondez, lo
completo de la propuesta, que aprovecha el inteligente humor verbal argentino,
con el thriller americano, rebajado a un ritmo más pausado que da cabida al
desarrollo de personajes. Coquetea con la literatura, con el juego de los diferentes comienzos posibles, creando así grandes expectativas. Los actores funcionan a la perfección, todos ellos.
La dirección no falla, con una cámara inquieta pero
segura, una estética a caballo entre el estilo clásico que requiere una
historia como esta y un punto de frescura moderna para filmar la cotidianeidad.
Mención aparte para el imposible plano secuencia que se nos marca Campanella en
el estadio de futbol. Técnicamente increíble, pero sobre todo, sin resultar un
ejercicio de virtuosismo vacío, y es que la cámara entre el público produce la
sensación de caos justa y necesaria. El plano en que la cámara deja que su
objetivo se escape por las escaleras para buscar un punto de vista desde el
otro extremo es un hallazgo.
Si acaso se le podría achacar cierto "efecto Amenábar" a
Camapanella. La sensación de que cada plano está rodado como debiera puede
provenir en gran parte del hecho de que lo hayamos visto ya en otras películas.
Un giro al final con microflashbacks es demasiado evidente, el brillante plano
secuencia recuerda inevitablemente a Snake
Eyes, así como otros momentos de la película no terminan de tener su propia
personalidad. Es difícil atacar este comportamiento en la época del remix,
sobre todo cuando está tan bien orquestado, y cuando las elecciones formales
(copiadas o no) sean de tan buen gusto, pero sí debo apuntar esa cierta falta
de personalidad propia en la dirección.
Una trama bien cerrada con un giro moderado, suficientemente
notable como para servir de buen final para la trama policiaca pero sin
exagerar en lo que podría ser un resultado molesto para el espectador (algo
habitual en el thriller americano actual). Insinuado y coherente, a la par que
llamativo. Buen cine de género y de autor.