A decir verdad esta película se sustenta y se define dentro del siguiente triángulo: Gerard Depardiéu, Cécile De France y el público francés.
El primero de los vértices considero que no necesita presentación. El gran Gerard Depardiéu ha trabajado en multitud de películas, entre las que destaco Cyrano de Bergerac, por la que fue nominado al Óscar en 1991 y por la que ganó el premio a Mejor Actor en Cannes o más recientemente Vidocq o ¿Cuánto me amas? o por ser Obélix. Como nota estadística: ha estado nominado 15 veces a los César (los Óscars franceses), siendo la última de las veces el pasado año por su papel de cantante en este film.
Lo que más puede llamar la atención de esta interpretación es ver al propio Depardiéu cantando en directo canciones francesas clásicas. Toda una golosina para él mismo.
Cécile De France es una actriz quizá algo menos conocida entre el público español, pero que sin duda está a la altura necesaria como para darle la réplica a Depardiéu.
Esta actriz belga de 32 años ha explotado sobre todo en este último año gracias a una doble nominación a los César por su actuación en esta película y en el taquillazo del año en Francia: Fauteuils d'orchestre.
Aunque quizá a muchos se le haga más conocida por su papel de Isabelle en Una casa de locos, esa película que sólo parece gustar a los Erasmus.
Hasta aquí, se puede esperar una película amena, disfrutable e intensa en lo que a interpretaciones se refiere.
Lo que menos me gusta del vértice es que precisamente me parece un producto estudiado y dirigido a un público muy concreto: el francés, y, a ser posible, con una edad que supere los 40 años.
La película fue presentada en Cannes 2006 y gustó, y mucho, única y exclusivamente a los críticos franceses más conservadores que terminaron por tararear las canciones del film.
Todo esto, o mejor dicho, esto último es lo que me lleva a pensar que esta película no es para mí y que supera mi radio de alcance neoforty.
Y es una pena, porque quizá podía ser una buena película para aquellos que les gustarían vivir relaciones aventureras con desconocidos, unas de esas que empiezan por un roce sexual y termina en algo mucho más profundo y complejo.
Xavier Giannoli, director de esta película, me temo que no está muy por la labor de explotar esto más que como contexto de una película retro y autocomplaciente.