Es una película hasta un punto y a partir de ahí viaja por el mundo soñado de Steven hasta lugares insospechados y sospechosos con la excusa de hacer grande a un film que no lo es. ¿Por qué siempre tiene Spielberg que dejar su firma con esos aires de grandeza que corresponden a otro siglo?. La historia era complicada, está bien llevada a pantalla, amena y divertida, genial en momentos, ridícula pero sana en otros, pero algo se atraganta en el mismo momento en el que aparece la señora de Douglas con sus diálogos estereotipados y su poca necesidad en pantalla, la cosa se lía, se deshilacha, se pierde...
Utiliza el amor como excusa para alargar una película que tan sólo necesitaba conocer su final, ese viaje al Jazz, y ya está, porque bajo mi opinión el juego de luces, el dominio exagerado del idioma de Tom en la escena en que cuenta la razón de los cacahuetes, con beso lastimoso, con misterio agónico y poco fundamentado, con un espectáculo de luces ya usado, con unos lamentos del malo dignos de películas de segunda fila, esos detalles de curiosidades a medio contar a modo Tarantino con panaderos rumanos, con el espectáculo indio, su rendición ante el avión, por favor, me destrozan la película, un poco bueno, mucho cansa, me gusta tu historia no tus aderezos Steven, recuérdalo la próxima vez o te perderé el respeto cogido desde hace tiempo.