Teniente Corrupto,
la versión de 1992, es todo un título de culto. Aquella era ya una película de
armas tomar, dirigida por el explosivo Abel Ferrara e interpretada por Harvey
Keitel, dos tipos para darles de comer aparte, con escenas subiditas y un tono muy duro. Cualquiera podría pensar que
el remake caería en manos de algún mediocre artesano sin demasiada
personalidad, pero nada más lejos de la realidad. El nuevo proyecto ha ido a
caer en manos de otro cineasta que no se queda atrás en personalidad, el
mismísimo Werner Herzog.
Por si alguien no lo conoce, hablamos de un importante director
alemán de películas tan particulares como Nosferatu o Aguirre, la cólera de dios. Después
de más de 50 trabajos, y tan activo como nunca, ahora se decide a realizar un
remake de la película de Ferrara. Dos personalidades, con similares leyendas en
plató, y con su propio cine sin remilgos.
Pero la cosa no termina aquí porque el importante papel
protagonista ha recaído nada más y nada menos en el histriónico Nicolas Cage, uno de los mejores malos
actores que deambulan por Hollywood. Nunca es demasiado, nunca hay un límite
que no se debe cruzar, Cage llegará tan lejos como se lo permitan y un poco
más. Si atendemos al pase de la película por el festival de Venecia, dónde según se cuenta, la
prensa aplaudió la comicidad involuntaria a la que había llegado el actor, la
cosa está clara.
Nos encontramos antes lo que sin duda será un remake lleno
de excesos y, desde luego fallido. Quien busque una buena película no tendrá
nada que hacer aquí, quien quiera ver una película llena de exceso y de humor
no buscado, esta puede ser una película muy satisfactoria.