Hay mucho nombre de calidad en esta película. Empezando por Sidney Lumet, su director, que nunca ha llegado a ser uno de los grandes, pero que cuenta con varias películas realmente importantes en su filmografía (Tarde de perros o, especialmente, 12 hombres sin piedad) y que siempre ha sido garantía de solidez. A pesar de su veteranía sigue en activo, y buena muestra de ello es la reciente Declaradme culpable.
Quizá precisamente porque Lumet era quien estaba al frente del proyecto muchos actores realmente interesantes no han dudado en enrolarse en un proyecto que, por lo demás, parece resultar menos atractivo. Nos encontramos así, principalmente, con tres nombres a destacar. El primero, el talentosísimo y casi siempre perturbador Phillip Seymour Hoffman. Perturbador en Hapiness, o en El talento de Mr. Ripley, o en tantas otras. También le recordaréis más de uno en Capoteo Misión Imposible 3.
A su lado aparecen tres actores que, al contrario que Hoffman, probablemente ya están en la cuesta abajo de su carrera y, salvo en un caso, no por edad precisamente: Por un lado Ethan Hawke (Asalto al distrito 13) y Marisa Tomei (la más polémica ganadora de un Óscar; la hemos visto en Alfieo Factótum); ninguno de los dos es una estrella de primera fila, pero ambos garantizan buena presencia y un trabajo sólido ante las cámaras. Por otro, tenemos a Albert Finney, uno de los grandísimos veteranos del Cine, toda una institución, y que trabaja de ciento en viento. A botepronto, buscando películas recientes, recuerdo su concurso en Un buen año y Big fish.
Por lo demás, creo que podemos aparcar el apartado de puntos atractivos. Aparte de la identidad de su director y protagonistas, la película ofrece pocas novedades o ganchos lo suficientemente diferentes o poderosos como para sentirse especialmente atraído por ella. De hecho, seguramente acabe por ofrecernos la habitual trama criminal que tendrá que apoyarse en la buena mano de Lumet para, cuando menos, mantener el interés del público durante su metraje.
Esto no lo dudo, ciertamente. No creo que alguien se aburra con esta película. Por Lumet y su buen pulso, y porque disfrutar a Seymour Hoffman en un rol protagonista casi siempre es suficiente. Pero, por lo demás, tampoco esperemos maravillas.