Con su renacido Rocky Balboa, Sylvester Stallone se dio cuenta de que eso de la nostalgia le podía servir para levantar proyectos y que, de un modo digno, funcionasen en taquilla, sin repercusión desmedida, pero lo suficiente como para recuperar gastos y reportarle pingües beneficios. Así que en esas anda.
Ahora ha decidido que hay que reflotar y reverdecer los laureles de la acción más ochentera, con comandos de mercenarios cachas incendiando la jungla a bazocazos y rivalizando en bajas rivales. Si los muertos son cientos, mejor que docenas, e infinitamente mejor que decenas.
Pero claro, para explotar al máximo la baza de la nostalgia no vale con recuperar aquel tipo de películas de acción (que al fin y al cabo ya lo hizo Stallone recientemente con su nuevo Rambo), sino que hay que traer de regreso a algunos de sus rostros más reconocibles. Si no es a todos, a ser posible a casi todos. Así que, ante todo, en eso se ha centrado Sly.
Por supuesto la gran baza va a estar en ver juntos (aunque sea por poco tiempo) a Schwarzenegger, Stallone y Bruce Willis. Sumen a Mickey Rourke, Dolph Lundgren y Eric Roberts, y añadan algún rostro más actual (Jet Li, Jason Statham) y el coctel está servido. Falta alguno, sí, como Van Damme, que tras varios rumores parece ser que dijo "no" a Sly porque le tocaba pelear contra Jet Li y... perder. Y él, claro, desde los tiempos de Retroceder nunca, rendirse jamás, ha decidido que no pierde peleas en el cine.
Esperemos que para una probable secuela Van Damme se lo piense y, de los nuevos, Stallone haga el esfuerzo de sumar a Vin Diesel, el Schwarzenegger del presente. En cuanto a estos primeros Expendables, la película no será desde luego ninguna maravilla, no habrá secuencias realmente memorables, no será un film para no olvidar, no... pero un ratito de pirotecnia no nos lo quitará nadie, y para los nostálgicos, sí, sí, ¡Rambo, Terminator y McClane juntos!