Crítica de la película El ilusionista por Iñaki Ortiz

Nostalgia desde la innovación


4/5
11/09/2011

Crítica de El ilusionista
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Como era de esperar, esta historia está llena de nostalgia. Explícitamente, la nostalgia de un mago anticuado desplazado por las nuevas modas de hits del pop. Implícitamente -no tanto- y de un modo más general, nos habla de la artesanía, del arte personal y realizado con mimo, desplazado por el producto calculado de una industria que tiene a su disposición las más modernas tecnologías para la ejecución y distribución. De ahí podemos llevarlo a donde queramos. El video mató a la estrella de la radio. Los multicines a las viejas salas y a su magia. Y por supuesto, Internet a todos ellos. Los guiones prefabricados que forman ya parte de la estrategia global de marketing. En fin, todo eso. Y frente a todas estas aberraciones, que a veces sólo son tales desde nuestra perezosa y acomodada concepción del mundo, la reivindicación del talento personal y el factor humano en el arte.

Sylvain Chomet, el director, nos habla de todo ello con una cuidada estética clásica y con una entrañable historia de ilusión. El guión se apoya en dos conceptos clave que lo hacen reflejo de un tiempo pasado: en primer lugar, el hecho mismo de que sea un viejo guión escrito hace décadas por Jacques Tati, y en segundo lugar, que la adaptación sea precisamente un claro homenaje a Tati, a su estilo y a su cine, que representan de una forma muy clara, una manera de ver el cine -el arte- que hace tiempo quedó atrás.

El protagonista animado es una representación perfecta de la imagen de Tati. La estética de la animación, oportunamente en 2D, evoca también tiempos pasados, de los mejores (viejos) momentos de Disney, cuando el cuidado y el gusto eran la norma, y no el producto repetitivoy facilón que llegó a ser. Lo que probablemente será en el futuro Pixar a la animación moderna. Pero no nos engañemos, al contrario que el protagonista de la película, Chomet no duda en renovar su cartera de trucos, para mejorar su planteamiento clásico con las más avanzadas técnicas de animación.

Se consigue una atmósfera que impregna la butaca. Puedes sentir el viento y el olor de la bahía bajo el sonido de las gaviotas, y reconocer esas tierras escocesas. Puedes sentirte cobijado en el calor de la taberna, con su luz tenue pero cálida. Te derrota la melancolía de las calles vacías en la noche. Se aprecia enormemente la diferencia entre la gran ciudad y los pequeños pueblos costeros. Y esto se consigue con una técnica de iluminación que de clásica sólo tiene su tono. Con un 2'5D, con inumerables capas de detalle. Con el tratamiento minucioso en los materiales y en el movimiento de los personajes.

Quizá el ritmo es algo pausado y hacia el final puede hacerse pesada para una mente del XXI, pero así debe ser, ese es el concepto. Me apaga más la idea derrotista del fracaso del pequeño artista, quiero decirle al personaje que no debe resiganarse y que debe renovarse, crecer, mejorar, aprender, entender al nuevo público, sin que por ello tenga que ser parte del sistema. Pero claro, eso también quiero decírselo a la industria del cine en general.



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