Ang Lee es uno de los directores actuales que mejor conoce su trabajo. Y lo conoce tan bien que se permite elegir trabajos totalmente distintos y, en cada uno, hacer un despliegue de mecanismos cinematográficos elegantes, bien construidos y, sobre todo, acordes con lo que el libreto exige. Esto no se puede decir de muchos. La mayoría de directores bastante tienen con conseguir un estilo personal y suelen aferrarse a él, repitiendo una y otra vez mecanismos, temática, o lo que haga falta.
En ésta ocasión, se atreve a situarse en los años sesenta, rodearse de hippies y montar una comedia alrededor del archifamoso concierto de Woodstock. Si no fuera por Lee, la temática de la película no me interesaría en absoluto. Pero me produce una enorme curiosidad ver lo que es capaz de hacer en la que, si no me equivoco, es su primera comedia.
Querido espectador, si conoces a Ang Lee no te hacía falta ésta precrítica. En caso contrario y si su variada filmografía te despista, estamos ante una película sencilla, elegante, bien ejecutada, y con un planteamiento interesante. Y, además, con musiquilla.
Una cita ineludible.