Y entre Riddick, el robot y las demás producciones veraniegas sobrevive como puede el Sr. Ibrahim. Quizá porque es el vetereano Omar Sharif, quizá porque es la única propuesta diferente, no digo mejor, digo diferente, de la cartelera al calor del verano.
¿Qué tenemos? Premio César 2004 a mejor actor al viejo Omar, y al mismo el premio del público como mejor actor en el festival de Venecia. Todo muy intelectual, si alguien quiere quedar de cinéfilo selecto que no se lo piense dos veces y anuncie a los cuatro vientos lo mucho que le ha gustado esta película, independientemente de que sea verdad o no.
En definitiva, lo que tenemos es un gran riesgo. Puede ser una peliculita bonita y con un mensaje interesante, o también puede ser un tostón donde te sacuden a martillazos con vociferantes mensajes. Pero valga la duda para hacerme acercarme hoy a una sala de cine a ver con mis propios ojos lo que es.
Entonces, ¿qué sentido tiene esta precrítica? Donde está la orientación. Pues bien, tenemos a un director serio, que ya pasó por el festival de San Sebastián, pero es eso, director de festivales. Tenemos a Omar Sharif que para muchos de nosotros significa algo, pero para otros no es más que un viejo pesado. ¿Está claro no? Amantes de este cine que vayan de cabeza, detractores de festivales que permanezcan a distancia prudencial, y el resto, los neutrales, que se arriesguen, que la vean, que poco pueden perder si usan los descuentos adecuados. La vida es riesgo.