Clint Eastwood da
lo que promete. Emoción, retazos de historia reciente y una historia que se
sigue con interés durante sus más de dos horas. También deja el efecto esperado
de haber visto ya esta película antes, una sensación de segundo visionado donde
el espectador va esperando que lleguen los diferentes puntos de inflexión del
guión.
Peca además de explicarse demasiado. Se repiten demasiadas
veces varios conceptos que deben ser asimilados por el público: lo que significa
el equipo de Rugby para blancos y para negros, la motivación de Mandela, las
dificultades... incluso se llegan a explicar las normas básicas del deporte para
que todos los espectadores sigan bien la película. Por supuesto, también peca
de regodearse en el sentimentalismo, buscando la lágrima con demasiado ahínco.
Por lo demás, una película bien realizada, bien interpretada
y que llega a calar, gracias al personaje real que se esconde detrás, Nelson
Mandela. El gran acierto de la película es centrarse en este personaje mucho
más que en el aspecto deportivo, o dicho de otro modo, tratar el tema principal
de la película de manera más explícita. Sobre todo, se agradece que los
primeros partidos se muestren de forma resumida. Morgan Freeman realiza un gran trabajo, pero quizá a veces su
carisma choque con el del personaje, provocando que el espectador vea a Freeman
y no a Mandela. Matt Damon domina
sin problemas un personaje sencillo y agradecido.
Una buena película, aunque a veces demasiado fácil.