Pocas eran mis expectativas; pagué religiosamente mi entrada; me compré un bote de palomitas; me senté en mi butaca; y disfruté de una película de aventuras a la vieja usanza. Una de esas cuya acción transcurre en el siglo XIX ( las de comienzos del s. XX también me encantan), en unas tierras lejanas y hostiles: Desierto Árabe. Una de esas en las que los efectos especiales no lo son todo. Una de esas en las que hay tensión sexual, pero no sexo. Una de esas en las que hay malos con aspecto de malos; malos que se convierten en buenos; y buenos con principios. Una de esas con varias tramas y donde la carrera (en este caso) no se convierte en lo único. A lo largo de la película nos encontramos con continuas referencias a las diferentes culturas: occidental y árabe. Pero desde una perspectiva enriquecedora, no desde un altillo de supremacía.
Este "Hidalgo" tiene muchos puntos de encuentro con "El último samurái". Las dos películas arrancan de parecida manera, mostrando cómo el blanco arrebató las tierras al piel roja a través de la fuerza. En fin, mostrando cómo aquellas pseudo-batallas que encumbraron a los Custer y demás oficiales sanguinarios, no fueron más que carnicerías. Evocando incluso alguna película clásica como "Murieron con las botas puestas" de Whals. Las dos películas coinciden también en el roce de culturas diferentes entre sí. Es cine con aroma clásico.
Aplaudo a Joe Johnston porque en ningún momento pretende ser pretencioso, ni tampoco humilde ni pobre. Él sabe cuáles son sus cartas y cuáles los límites que no quiere traspasar, y juega su mano con maestría de buen artesano. A Viggo Mortensen le corresponde ya la etiqueta de héroe; un héroe que quizá peca de excesiva soberbia al acercarse mucho al mítico Indiana Jones. Mas esto me hace preguntarme una cosa: ¿están todos los héroes inventados? Durante más de cien años de celuloide hemos visto desfilar a todo tipo de héroes, desde los clásicos héroes griegos, hasta los antihéroes socarrones; uno si se pone a escribir una historia con héroes no podrá evitar acercarse a los que ya están requetecontados. Por tanto, no creo que ésto sea motivo suficiente para crítica. Los secundarios, en su línea. Con especial mención al gran Omar Shariff y a Louise Lombard (Lady Davenport).
Con todo, una gran tarde de cine de entretenimiento. Y en esto coincido con mi compañero Beiger. ¡Qué difícil es encontrarse una película de entretenimiento en la cartelera! Y en cambio, añado yo, ¡qué fácil es tropezarse con películas ridículas en su pretendida intelectualidad!
P.D. Si nada de lo aquí dicho os arrastra al cine, tened en cuenta este título para una tarde de domingo con plan de peli de vídeo y unas pizzas.