Alain Cavalier es como la propia película que pretendo presentar ahora, un auténtico desconocido entre el público en general, aunque para nada entre el público cinéfilo de cierto arraigo y capacidad de búsqueda en el extranjero y en las nuevas concepciones del cine y sus maneras, hablando maripronto. Esta película se estrenó hace 25 años pero no lo hizo en España, no, y dudo mucho que entonces muchos hubieran recurrido a ella como destino en cartel. Por fortuna los tiempos han cambiado, y ahora sí que... va a seguir todo igual, mínimo interés por parte de la juventud sobre todo, para con un film que sí rompe barreras de pensamiento incluso (como estoy de subido), y no me refiero a esas barreras físicas de películas nominadas al Goya como Tres metros sobre el cielo.
Muy aplaudida en Cannes y con la crítica general de la época a su absoluto favor, la película es una suerte de reflexión acerca de ese mundo interior y religioso de monja de toda la vida. Animar me atrevo a animar a los muy puristas y a todos aquellos que quieran o no les importe esperar en pantalla ante las escenas, a quienes no les importe escarvar en los pensamientos de la protagonistas y luego reflexionar ellos mismos con ellos. No es una película aburrida, sino juiciosa y mostradora, y para observar de esa manera hay que respetar los tiempos aunque eso no favorezca el cine fluido.