Me duele mucho en el alma escribir esta postcrítica. Porque tengo que hablar de la peor película de la filmografía de Jarmusch con diferencia. Con muchísima diferencia. En primer lugar, se nota que Jarmusch no tenía especial intención de hacer nada más que no fuera pasar una temporada en España con la excusa de un rodaje y traerse a sus colegas para ir a ver museos y a comer tapas. Así que, para ello, se monta un macguffin cerillero barato que le sirve para crear una tonta estructura que nos guie por las diferentes ciudades donde va a hacer la farra.
Es evidente que Jarmusch tiene un interés y un respeto por la cultura muy interesante. Me parece excelente que le encante el Reina Sofía o la guitarra española, y que deje a sus actores improvisar chorradas sobre qué es el arte, qué es un bohemio, etc. Quizá visto desde otros paises, un cántico flamenco permita crear atmósfera y visto por alguien de aquí no, pero tengo la sensación de que así como a Night on Earth transmite perfectamente lo que son París, Roma o Helsinki, en esta Limits of control no se consigue transmitir ninguna de las ciudades en las que se está (es más, a ratos Sevilla parece Madrid).
Aunque creo que lo más insólito de todo es ver cómo todo acaba con la muerte de un malvado senador americano que se ríe de los españoles. ¡pum! De repente nos encontramos en Caótica Ana e inmersos en el género de cine español y ni siquiera sabemos por qué. Jarmusch explica en la rueda de prensa que la película trataba de hacer lo mismo que se hace en música con las variaciones. Me reconforta pensar que Jarmusch no se ha convertido en un sinvergüenza más del cine independiente y que realmente tenía ideas propias que aplicar a esta película.
Quiero que mi cerebro se olvide de ella cuanto antes.