Disculpen, no es que ahora crea en la precrítica por SMS. Aunque bien visto puede ser un negocio interesante. Se lo comentaré a mis jefes. El caso es que estamos ante la última de Ridley Scott, un director al que se le puede agradecer que no haga más que mostrarse activo. A la vejez, viruelas. Sus últimas películas: una de cal y otra de arena. El reino de los cielos no me gustó en exceso, pero American Gangster, sí que algo más. Un buen año, ni la he visto.
Las películas de Scott tienen la virtud siempre de contar con un buen plantel estelar. En esta ocasión tenemos a Leonardo Di Caprio y a Russel Crowe, acompañados de Carice Van Houten, descubierta en El libro negro. Siempre se habla del bueno de Ridley en la carrera a los Oscars, pero luego nunca llega a nada. Di Caprio tiene otras bazas más importantes: Revolutionary Road.
Manejando a los actores tras las líneas de diálogo tenemos a William Monahan, con el que Scott ha participado en El reino de los cielos y que ganó un Óscar, a todas luces excesivo, por su trabajo en Infiltrados. No es un tipo del que uno pueda esperar más que una liosa y sólida trama de espionaje.
No sé a ustedes, pero a mí el cine de espionaje de hoy en día me aburre como una ostra, tanto cachivache sofisticado y tanta red y tanta historia. Hace una semana estuve viendo El hombre de Machintosh...eso sí que es cine de espías.
En fin, que cada tiempo tiene su propio cine de espías, y el que nos toca ahora es éste. Confiar, no confiar, ser engañado, el Gran Hermano que todo lo domina...pufff, la pereza es máxima, tanta que no me atrevo ni tutearla.