Crítica de la película Dream por Iñaki Ortiz

No esta la mejor ni la peor película del peculiar director coreano, pero desde luego, es un nuevo trabajo en su línea bien definida. Simbolismo, representaciones oníricas, personajes atormentados, escenas al borde del gore...

Es el cine de Kim Ki-Duk, está claro, pero en cierta manera, con sus últimos títulos está perdiendo alguna de las virtudes que lo hacían único. Es cierto que las imágenes oníricas siempre han estado ahí pero no tan explícitamente incluidas en la trama como ahora. Si recordamos Hierro 3 como ejemplo significativo de aquella etapa, veremos que realmente su argumento, por peregrino que quiera ser, no dejaba de tener un fondo alejado de la fantasía o los sueños. Se podía ver la película de esa manera, ignorando todo lo demás, aunque en un importante segundo plano, el film se podía entender como un gran sueño, por la manera en la que estaba realizado. Esto en los títulos de esta última etapa no sucede, y por ello se pierde una de las más importantes virtudes de este realizador, su ambigüedad entre realidad y sueño.

Dream, ya su nombre lo indica, es una historia profundamente onírica, cuya única lectura útil se puede realizar a través de los sentimientos de los personajes y no tanto sobre el desarrollo del guión. Esto es interesante pero en la comparación desmerece. Además, el aspecto visual no es tan profundamente surrealista como el de El arco o Hierro 3. Echo de menos más ideas como la del agua derramada sobre la cama.

A nivel emocional, sin embargo, está bien buscado, y como digo, es la forma en la que se construye esta historia. Dos personajes provenientes de sus respectivas rupturas de pareja que se unen, en un amor inevitable pero que no son capaces de dejar atrás el enorme impacto emocional que sus anteriores parejas han provocado sobre ellos.

Una historia que se siente con intensidad y que si se entra en ella se sigue con interés, pero que no supone una de las mejores obras de su director, aunque sí mejor que los últimos trabajos.