La película se disfruta en una sala de
cine con buen sonido, pues finalmente estamos escuchando un clásico
de primera división a toda potencia con unas imágenes bellas en su
mayoría. En este sentido, me parece muy acertada la pretensión del
productor, Andrés Vicente Gómez, de evitar las diminutas
salas de multicines que no pueden ofrecer una buena calidad ni de
imagen ni de sonido.
Carlos Saura vuelve a utilizar
aquí el recurso de los murales a modo de decorado, con
transparencias artificiales. Recordemos por ejemplo, Goya en
Burdeos, aunque este concepto de decorado que tiene presencia
como tal decorado, es visible en otras de sus películas. Quizá en
esta ocasión esté especialmente justificado, buscando esa
implicación formal con la historia de la creación de una ópera. El
ejemplo más claro lo encontramos en el estreno de la ópera, donde con plano y contraplano vemos el escenario y el público que a su vez
se encuentran en otro escenario. Esto funde la película con su
contenido y crea una sensación sorprendentemente natural. Además,
el escenario donde se representa la obra tampoco es realista sino del
mismo tipo que el de la película (es decir, mucho más moderno y
perfecto de lo que hubiera soñado Mozart). Así, lo falso es más
verdadero de lo que debería y lo verdadero es más falso. También
es verdad que en muchas ocasiones, estos excesos (Viena como un
lienzo) pueden llegar a sacar de la película.
El trabajo de los actores es excelente,
especialmente el de aquellos que no son actores profesionales, sino
cantantes de ópera, un doble mérito que consigue momentos tan
interesantes como el del primer plano de la Ferrarese.
El punto menos brillante de la película
lo encontramos sin duda en su guión, algo convencional, siguiendo la
estela de trabajos como Shakespeare in Love, aunque ahondando
en el mundo interior de los personajes de un modo mucho más
complejo. Los juegos de paralelismos ya los conocemos. En cualquier caso, y salvo algún bajón del ritmo, el
desarrollo del guión es cuando menos correcto.
La fotografía de Storaro es
simplemente exquisita y consigue para Saura una atmósfera excelente.