Ya en mi precrítica exorcizaba, no ya mi prejuicio, sino el juicio creado por mí hacia el cine de Campanella tras ver dos de sus películas. Y he de adelantar que si ha ganado mis cinco estrellas es porque ha sabido optimizar su estilo en una película, siempre a mi juicio, con un punto de partida y desarrollo mucho más interesante.
Tenemos de todo: suspense, relaciones humanas, crítica social e incluso metalenguaje, con los diferentes intentos por parte del personaje de Darín para dar comienzo a la historia. Historia, y premisa, por otra parte que me ha recordado muy mucho a Plenilunio.
Las actuaciones de Soledad Villamil, manda narices que esté nominada al Goya como mejor actriz de revelación, de Ricardo Darín y de Guillermo Francella son soberbias y aportan frescura y mucha naturalidad a una historia que es capaz de manejarse en varios tonos: romántico, thriller y humor.
Una disfruta descubriendo las miserias de esas oficinas, viendo cómo el amigo de Darín se mata a beber, cómo se respiran en las tascas argentinas, y cómo es capaz de culminar su venganza el personaje al que asesinan a su mujer. Es una película cuya clave de éxito descansaba en el equilibrio, y algo aparentemente tan sencillo está magníficamente logrado en esta película.
Existen sus peros. Claro, no es un cinco rotundo tampoco. Quizá algo forzado el momento en el que Darín rompe el botón de la blusa de Soledad, justo antes de la escena del interrogatorio, quizá se podría haber hecho de una manera más sutil, pero la intensidad de la escena del interrogatorio es tal, que a uno tampoco le molesta en demasía. Claro que también sobraban los machacones flashback recordando frases para que Darín se dé cuenta de qué fue del asesino, pero es tan poético y patético el momento en el que descubre la cárcel, el cruce de miradas, que a uno tampoco le molesta en demasía.
Y, claro está, el soberbio plano secuencia del campo de fútbol, algo aún más sorprendente dentro de esta película y que atrapa mucho más que si lo hubiésemos visto en Hijos de los hombres.
La categoría de Óscar al Mejor Film de Habla No Inglesa debería contar con este título y con La cinta blanca para que, veinte años después, comentemos y recordemos lo bueno de la cosecha de 2009.