Hay varios aspectos interesantes. El
que salta a la vista es el del gran trabajo del siempre talentoso
Luis Tosar, imprescindible para que la película funcione como
debe. Por otra parte el planteamiento original que no pierde ni un
segundo en prepararse: vemos al personaje salir de cama ajena desde
el principio. Una premisa chocante que da juego. Pero quizás lo que
más me interesa es la mala leche, la crueldad que recupera su
director Jaume Balagueró que no se la veía desde Los sin
nombre. Retorcido y perverso nos va preparando para lo peor
aunque bien es cierto que aquí no es tan implacable y que podría
haberlo sido bastante más.
En el otro lado de la balanza, unos
cuantos -demasiados- puntos débiles. El peor viene de un desarrollo
dilatado que nos deja una parte central algo reiterativa -desde que ya está el
pescado vendido hasta que entra en la recta final- y
sin tanta fuerza. Por otra parte, aunque la dirección es más que
suficiente, no sorprende, recurriendo a planos obvios con cierto
sabor a estética prefabricada. Pasa un poco lo mismo con algunos
recursos del guión, como iniciar con el amago de suicidio, o las
confesiones a la madre enferma - aunque aquí entra en juego de
nuevo la interesante crueldad del director.
Por lo demás, corrección y buen
reparto al rededor del protagonista, con una Marta Etura que
irradia inocente felicidad y un Alberto San Juan al que me
gustaría ver en más películas pues sigue demostrando ser uno de los mejores
intérpretes de nuestro cine.