Atacar a esta película sería fácil, y posiblemente estaría justificado, pero quizá sea innecesario. Los sabios traductores ya se han encargado de dejar clara la intención de la película con ese título, derroche de poesía e ingenio, Megapetarda. Quizá es lo que merece un país en el que triunfa Mentiras y gordas. El título original es Wild Child, que viene a indicarnos el tono jocoso pero sin caer en el despropósito.
La película tiene un argumento trilladísimo y seguramente un desarrollo más predecible que la trayectoria de las agujas de un reloj. Eso no quita que los espectadores más jóvenes puedan quedar satisfechos, y cuando digo "joven" quiero decir que hayan visto muy poquito cine, que en cada cual es una edad bien distinta. La guionista es Lucy Dahl, la hija del conocido escritor infantil, lo cual no significa nada en absoluto. Tanto para ella como para el director, Nick Moore, esta es la primera película. Aunque Moore tiene experiencia en otros apartados técnicos, en este caso no hace falta más, basta con que cumpla con los mínimos profesionales. En cuanto a Dahl, es de suponer que se haya ceñido al género y posiblemente ha intentado escribir un guión agradable guardando un mínimo respeto al espectador, con la esperanza de no caer en el ridículo de Princesa por sorpresa, aunque aspirando a su público.
En definitiva, esta película cubre expediente como puede, con respeto y sin pretensiones, dentro de un público que aún necesita pasar por esta fase. No creo que necesite orientar a nadie al respecto: es lo que es.