Son muy buenas las intenciones de Belén Macías. El drama de las cárceles, las drogas, el sida y muchos otros problemas acuciantes de la sociedad marginada deben ser tenidos en cuenta. También merece un reconocimiento quien se esfuerza por la rehabilitación de los presos. Hasta aquí la parte buena de la película, ahora hablemos de cine.
Unos elementos dramáticos tan ricos son desaprovechados por completo contándonos una historia con una estructura torpe (los innecesarios flashbacks del atraco y demás son de juzgado de guardia) y con un desarrollo de guión que pasa por alto cuestiones básicas y que se mueve al son de un mecanismo oxidado ya de tanto usarlo en nuestro cine. Además, uno se pregunta, ¿a qué viene esa escena inicial con el atraco y la ruptura del orden cronológico inicial si luego no se va a ser fiel a ese estilo? Es como si por un momento la directora se hubiese planteado hacer otro tipo de cine pero finalmente hubiera sucumbido a lo de siempre.
Había un tema interesante para colocarlo en primera fila, el teatro, el arte como rehabilitación, pero apenas vemos más que unas cuantas escenas de caos teatral, que finalmente culminará, sin ningún paso intermedio, en un bien coordinado musical de Brodway con ración de carnaza. ¿Pero no nos habían contado una historia similar en Azuloscurocasinegro? Y cien veces mejor, dicho sea de paso. La película deja de lado sus posibilidades con el grupo de teatro para centrarse en la simple exposición de la miseria y en chistecitos fáciles con personaje graciosote incluido (el de la mujer que no sabe leer), a imagen de Disney.
La dirección, por supuesto, es absolutamente plana. La fotografía, algo más cerrada que otras veces, también viene a ser la de siempre en el género-cine-español y la dirección artística más común todavía. El reparto es, realmente, lo único que se salva de la película, con buenas interpretaciones en general, y en especial las de Verónica Echegui, Candela Peña y Blanca Portillo.
Sólo espero que el festival de Cine de San Sebastián haga un favor al cine español y decida no premiar en ningún aspecto a esta película. Aunque mucho me temo que sus actrices tienen muchas papeletas. Apoyemos el cine español, dejemos este tipo de productos atrás. Ojalá alguien, al estilo del parodia de Tropic Thunder, escribiera una comedia en España denunciando este tipo de cine mecánico y oportunista. Quizá Santiago Segura se atreva.