Con el regusto de una película de intenciones firmes más allá de cines de autor interesados, este film viaja en la humilde maleta de la personalidad propia, en un mundo de visiones y reacciones muy propias porque el hábitat de sus personajes inmersos en una cultura oscura y paciente provoca minutos de films poético en que las cosas se descubren lentaente con un peso que demuestra la importancia de los detalles de la vida.
La indescriptible presencia de John Travolta será a mi entender la figura que haga de vértice y eje fundamental de la película más allá de la archilaureada Johansson que no convence del todo pese a su belleza ingenua.
Cuando el silencio es uno de los personajes, a mí, se me levantan los pelos del hocico tratando de no perderme ni uno de esos lastimeros esperares, porque en uno de ellos reside parte imprescindible de la importancia del film. Sublimes matices que hacen de nosotros dignos distintos en una realidad común.