Firmo esta precrítica con bastante tiempo de antelación al estreno de Manolete, la nueva gran producción del cine español, tan enfermito él. A un nivel económico, de taquilla, Manolete va a ser la clásica película española que recauda, ella solita, el doble que el resto de películas del año juntas, y sirve de excusa para que muchos señalen lo muy bien y lo sanote que está el cine español. A nivel artístico... yo quiero darle una oportunidad, una gran oportunidad, para demostrar que hay vida en esta industria.
El equipo es de campanillas, para la ocasión. Menno Meyjes (director de la función), nombre que a muchos les sonará a chino, resulta ser un tipo con cierto bagaje, habiendo trabajado para todo un grande como Spielberg; concretamente, en el guión de uno de sus episodios de la teleserie Amazing stories, en los libretos de El imperio del sol y de El color púrpura y en la gestación del argumento de Indiana Jones y la última cruzada. Por lo demás, algún trabajo para Fernando Trueba y, las cosas como son, poco más.
Con Andrés Vicente Gómez (entre muchos otros) en la producción, Meyjes se apoya para la ocasión en el talentoso Adrien Brody, un actor de grandes virtudes pero que a menudo no se entera de la fiesta, a la hora de elegir sus papeles. Un Brody, por cierto, que es un auténtico calco de Manolete, toda un acierto de casting. A su lado, Penélope Cruz, haciendo de eso que tan bien sabe hacer: andaluza de toda la vida, de acentazo y pasión. Y si no, recordemos lo bien que lo hacía en La niña de tus ojos; cierto que este es otro registro, mucho más dramático, pero sinceramente yo la veo en la piel de Lupe Sino.
Juan Echanove, Santiago Segura... algunos de los nombres más conocidos del cine patrio acompañarán a Brody, eso sí, todos ellos lidiando con sus frases en inglés, esperemos que con mejores resultados que los que Manolete sufrió lidiando a Islero. Y como fondo sonoro, la música de Gabriel Yared (autor del score de las últimas películas de Antohny Minghella), que afronta el reto de retratar el pasodoble, la guitarra y el flamenco del mundo taurino, sin caer en la caricatura del turista.
Mis miedos (que los tengo, y muchos), aparte de por la inexperiencia de Meyjes como realizador, vienen de la propia historia, por el fragmento de la vida de Manolete que centrará la película. Intuyo que, en su gran mayoría, será el amor entre el diestro y Lupe Sino lo que cope más minutos de metraje. Un amor de estos que tantas veces hemos visto en pantalla. Un amor de grandes pasiones y grandes peleas. Un amor que hacia el final nos cortarán bruscamente con la entrada al ruedo del citado Islero.
Esperemos que sepan aportar algo nuevo, otro orgullo, una mirada distinta, altiva, de porte elegante y torero. No sólo arena, también sangre. El mundo taurino tiene material de sobra para enriquecer visualmente una película: su fuerza, su tradición, sus colores, sus miedos, su tensión, sus miradas, sus olés y sus silencios. El duelo. Ojalá lo aprovechen.