Ahora que parece que Viggo Mortensen abandona la interpretación, esta puede ser una de las últimas oportunidades de verle en acción, especialmente en un papel dramático. Seguramente ahora, en lo que pude ser el final de su carrera, se ha guiado más que nunca por la calidad del proyecto que se le ofrece. Es más que probable que se haya esforzado en realizar un interpretación muy digna.
Esta nueva incursión en la locura del ascenso nazi en Alemania, parece ser un trabajo de calidad. Se trata de una adaptación de una obra de teatro de C.P. Taylor, dirigida por Vicente Amorim, uno de esos nómadas ciudadanos del mundo. Afincado en Brasil (su padre es el ministro de asuntos exteriores del país, nada menos), nacido en Austria y presentando una coproducción Alemania - Gran Bretaña. Es un director que ha empezado poco a poco, en la televisión, sin deslumbrar con ningún título pero forjándose una experiencia suficiente para afrontar un proyecto más importante como este.
Desgraciadamente, tampoco creo que deslumbre con esta última película. No puedo evitar pensar que dejará cierto sabor a otro acercamiento más a la Alemania nazi. Falta una propuesta diferente o un talento mayor que justifique el intento. Una película correcta, que se ha podido ver en algunos festivales como Roma y Toronto.
Entre los secundarios destacan el emergente Mark Strong (Rocknrolla) y Jason Isaacs (Lucius Malfoy en la saga de Harry Potter).